A mi vecina
Igeul Seon-Oe
La casa donde vivo se ubica bajo la sombra de un viejo árbol y la decora una estrecha callejuela, nada pintoresca por cierto.
Tu puerta frente a la mía, mi boca entreabierta, mis ojos palpitantes.
Allí donde tú vives acaba de entrar el hada más bella que jamás nadie haya imaginado.
Pero también me invade la extrañeza, su figura me es hartamente familiar.
¡Cierto! Dicen mis cejas con su expresión, eres el hada que cruzo todos los días
y que tan solo con una sonrisa alegra mi triste vivir.
Pero estabas frente a mí, ¿por qué nunca te he visto de verdad? Ah, ya lo sé, es que hoy has dicho mi nombre.
31 octubre 2011
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Igeul Seon-Oe
30 octubre 2011
El amor que calla
Gabriela Mistral
Si yo te odiara, mi odio te daría
en las palabras, rotundo y seguro;
¡pero te amo y mi amor no se confía
a este hablar de los hombres tan oscuro!
Tú lo quisieras vuelto un alarido,
y viene de tan hondo que ha deshecho
su quemante raudal, desfallecido,
antes de la garganta, antes del pecho.
Estoy lo mismo que estanque colmado
y te parezco un surtidor inerte.
¡Todo por mi callar atribulado
que es más atroz que entrar en la muerte!
Gabriela Mistral
Si yo te odiara, mi odio te daría
en las palabras, rotundo y seguro;
¡pero te amo y mi amor no se confía
a este hablar de los hombres tan oscuro!
Tú lo quisieras vuelto un alarido,
y viene de tan hondo que ha deshecho
su quemante raudal, desfallecido,
antes de la garganta, antes del pecho.
Estoy lo mismo que estanque colmado
y te parezco un surtidor inerte.
¡Todo por mi callar atribulado
que es más atroz que entrar en la muerte!
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29 octubre 2011
Sabes tanto de mí
Rafael alberti
Sabes tanto de mí, que yo mismo quisiera
repetir con tus labios mi propia poesía,
elegir un pasaje de mi vida primera:
un cometa en la playa, peinado por Sofía.
No tengo que esperar ni que decirte espera
a ver en la memoria de la melancolía,
los pinares de Ibiza, la escondida trinchera,
el lento amanecer sin que llegara el día.
Y luego amor, y luego, ver que la vida avanza
plena de abiertos años y plena de colores,
sin final, no cerrada al sol por ningún muro.
Tú sabes bien que en mí no muere la esperanza,
que los años en mí no son hojas, son flores,
que nunca soy pasado, sino siempre futuro.
Rafael alberti
Sabes tanto de mí, que yo mismo quisiera
repetir con tus labios mi propia poesía,
elegir un pasaje de mi vida primera:
un cometa en la playa, peinado por Sofía.
No tengo que esperar ni que decirte espera
a ver en la memoria de la melancolía,
los pinares de Ibiza, la escondida trinchera,
el lento amanecer sin que llegara el día.
Y luego amor, y luego, ver que la vida avanza
plena de abiertos años y plena de colores,
sin final, no cerrada al sol por ningún muro.
Tú sabes bien que en mí no muere la esperanza,
que los años en mí no son hojas, son flores,
que nunca soy pasado, sino siempre futuro.
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Sabes tanto de mí
28 octubre 2011
Canada dry
Julio Cortazar
Sé que me acordaré de un cielo raso
donde las manchas de humedad eran un gato, un número, una mano cortada.
Sé que me acordaré del ruido
de un water en alguna habitación lejana del hotel,
su triste catarata de bolsillo, su inevitable recurrencia.
Chaçun ses madeleines, chaçun ses Albertines
Serás por siempre imán de imágenes,
las más turbias y vanas me traerás con el gesto
que en la caliente oscuridad del cuarto
era encender los cigarrillos del hartazgo,
ver asomar nuestros desnudos cuerpos flanco a flanco,
Las más pequeñas turbias cosas,
una uña lastimada que te dolía tanto, el triste
rito de ir a lavarte y regresar, las servidumbres.
Tan sólo compartimos los bares y las calles
antes de amarnos contra tres espejos:
¿qué más podría darme tu recuerdo?
Pero yo sé guardar y usar lo triste y lo barato
en el mismo bolsillo donde llevo esta vida
que ilustrará las biografías. Ve, pequeño fantasma,
el baño está ahí al lado,
yo fumaré esperándote
empezaremos otra vez. El cielo raso
dibuja un gato, un número, una mano cortada
Julio Cortazar
Sé que me acordaré de un cielo raso
donde las manchas de humedad eran un gato, un número, una mano cortada.
Sé que me acordaré del ruido
de un water en alguna habitación lejana del hotel,
su triste catarata de bolsillo, su inevitable recurrencia.
Chaçun ses madeleines, chaçun ses Albertines
Serás por siempre imán de imágenes,
las más turbias y vanas me traerás con el gesto
que en la caliente oscuridad del cuarto
era encender los cigarrillos del hartazgo,
ver asomar nuestros desnudos cuerpos flanco a flanco,
Las más pequeñas turbias cosas,
una uña lastimada que te dolía tanto, el triste
rito de ir a lavarte y regresar, las servidumbres.
Tan sólo compartimos los bares y las calles
antes de amarnos contra tres espejos:
¿qué más podría darme tu recuerdo?
Pero yo sé guardar y usar lo triste y lo barato
en el mismo bolsillo donde llevo esta vida
que ilustrará las biografías. Ve, pequeño fantasma,
el baño está ahí al lado,
yo fumaré esperándote
empezaremos otra vez. El cielo raso
dibuja un gato, un número, una mano cortada
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Julio Cortázar
27 octubre 2011
Pequeña confesión
Jorge Teillier
En memoria de Serguei Esenin
Sí, es cierto, gasté mis codos en todos los mesones.
Me amaron las doncellas y preferí a las putas.
Tal vez nunca debiera haber dejado
El país de techos de zinc y cercos de madera.
En medio del camino de la vida
Vago por las afueras del pueblo
Y ni siquiera aquí se oyen las carretas
Cuya música he amado desde niño.
Desperté con ganas de hacer un testamento
—ese deseo que le viene a todo el mundo—
Pero preferí mirar una pistola
La única amiga que no nos abandona.
Todo lo que se diga de mí es verdadero
Y la verdad es que no me importa mucho.
Me importa soñar con caminos de barro
Y gastar mis codos en todos los mesones.
“Es mejor morir de vino que de tedio”
Sin pensar que pueda haber nuevas cosechas.
Da lo mismo que las amadas vayan de mano en mano
Cuando se gastan los codos en todos los mesones.
Tal vez nunca debí salir del pueblo
Donde cualquiera puede ser mi amigo.
Donde crecen mis iniciales grabadas
En el árbol de la tumba de mi hermana.
El aire de la mañana es siempre nuevo
Y lo saludo como a un viejo conocido,
Pero aunque sea un boxeador golpeado
Voy a dar mis últimas peleas.
Y con el orgullo de siempre
Digo que las amadas pueden ir de mano en mano
Pues siempre fue mío el primer vino que ofrecieron
Y yo gasto mis codos en todos los mesones.
Como de costumbre volveré a la ciudad
Escuchando un perdido rechinar de carretas
Y soñaré techos de zinc y cercos de madera
Mientras gasto mis codos en todos los mesones.
Jorge Teillier
En memoria de Serguei Esenin
Sí, es cierto, gasté mis codos en todos los mesones.
Me amaron las doncellas y preferí a las putas.
Tal vez nunca debiera haber dejado
El país de techos de zinc y cercos de madera.
En medio del camino de la vida
Vago por las afueras del pueblo
Y ni siquiera aquí se oyen las carretas
Cuya música he amado desde niño.
Desperté con ganas de hacer un testamento
—ese deseo que le viene a todo el mundo—
Pero preferí mirar una pistola
La única amiga que no nos abandona.
Todo lo que se diga de mí es verdadero
Y la verdad es que no me importa mucho.
Me importa soñar con caminos de barro
Y gastar mis codos en todos los mesones.
“Es mejor morir de vino que de tedio”
Sin pensar que pueda haber nuevas cosechas.
Da lo mismo que las amadas vayan de mano en mano
Cuando se gastan los codos en todos los mesones.
Tal vez nunca debí salir del pueblo
Donde cualquiera puede ser mi amigo.
Donde crecen mis iniciales grabadas
En el árbol de la tumba de mi hermana.
El aire de la mañana es siempre nuevo
Y lo saludo como a un viejo conocido,
Pero aunque sea un boxeador golpeado
Voy a dar mis últimas peleas.
Y con el orgullo de siempre
Digo que las amadas pueden ir de mano en mano
Pues siempre fue mío el primer vino que ofrecieron
Y yo gasto mis codos en todos los mesones.
Como de costumbre volveré a la ciudad
Escuchando un perdido rechinar de carretas
Y soñaré techos de zinc y cercos de madera
Mientras gasto mis codos en todos los mesones.
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Pequeña confesión
26 octubre 2011
Todo en un mismo día
Matilde Alba Swann
Lo pregonó la policial de diarios.
Murió carbonizada una criatura!
Sobre cemento en abrojal miseria.
Una vivienda de madera y latas,
murió carbonizada una criatura.
Tal vez sin tiempo siquiera a tener nombre,
murió carbonizada una criatura.
En el vaho primero de la escarcha,
murió carbonizada una criatura.
Mientras los zares del deporte estaban
alimentando pollas para el fútbol
murió carbonizada una criatura.
Mientras crecían los Casinos altos,
como altivas blasfemas catedrales,
murió carbonizada una criatura.
Mientras la ley pulía sus incisos
en creciente limado a libertades
murió carbonizada una criatura.
Fue en la ciudad de Buenos Aires,
fría,
hoguera y fría mansión de vendavales,
murió carbonizada una criatura.
Quedó sin ojos, sin dolor, sin manos,
y sin hambre, también... sólo un borroso
corazón de cuna. Era un pájaro triste
el que elevaba, con sus plumas de humo.
Todo en un mismo día, sucedió.
Murió carbonizada una criatura.
Eso es también historia, no lo olviden.
No habrá bronces ni mármoles, la nada
sublimará su efímera presencia,
pero es también historia, no lo olviden.
Matilde Alba Swann
Lo pregonó la policial de diarios.
Murió carbonizada una criatura!
Sobre cemento en abrojal miseria.
Una vivienda de madera y latas,
murió carbonizada una criatura.
Tal vez sin tiempo siquiera a tener nombre,
murió carbonizada una criatura.
En el vaho primero de la escarcha,
murió carbonizada una criatura.
Mientras los zares del deporte estaban
alimentando pollas para el fútbol
murió carbonizada una criatura.
Mientras crecían los Casinos altos,
como altivas blasfemas catedrales,
murió carbonizada una criatura.
Mientras la ley pulía sus incisos
en creciente limado a libertades
murió carbonizada una criatura.
Fue en la ciudad de Buenos Aires,
fría,
hoguera y fría mansión de vendavales,
murió carbonizada una criatura.
Quedó sin ojos, sin dolor, sin manos,
y sin hambre, también... sólo un borroso
corazón de cuna. Era un pájaro triste
el que elevaba, con sus plumas de humo.
Todo en un mismo día, sucedió.
Murió carbonizada una criatura.
Eso es también historia, no lo olviden.
No habrá bronces ni mármoles, la nada
sublimará su efímera presencia,
pero es también historia, no lo olviden.
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Todo en un mismo día
25 octubre 2011
[SONETO PRIMERO]
A CLORI
Gaspar Melchor de Jovellanos
Sentir de una pasión viva ardiente
todo el afán, zozobra y agonía;
vivir sin premio un día y otro día;
dudar, sufrir, llorar eternamente;
amar a quien no ama, a quien no siente,
a quien no corresponde ni desvía;
persuadir a quien cree y desconfía;
rogar a quien otorga y se arrepiente;
luchar contra un poder justo y terrible;
temer más la desgracia que la muerte;
morir, en fin, de angustia y de tormento,
víctima de un amor irresistible:
ésta es mi situación, ésta es mi suerte.
¿Y tú quieres, crüel, que esté contento?
A CLORI
Gaspar Melchor de Jovellanos
Sentir de una pasión viva ardiente
todo el afán, zozobra y agonía;
vivir sin premio un día y otro día;
dudar, sufrir, llorar eternamente;
amar a quien no ama, a quien no siente,
a quien no corresponde ni desvía;
persuadir a quien cree y desconfía;
rogar a quien otorga y se arrepiente;
luchar contra un poder justo y terrible;
temer más la desgracia que la muerte;
morir, en fin, de angustia y de tormento,
víctima de un amor irresistible:
ésta es mi situación, ésta es mi suerte.
¿Y tú quieres, crüel, que esté contento?
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[SONETO PRIMERO],
Gaspar Melchor de Jovellanos
24 octubre 2011
CANCIÓN NOCTURNA
José Ángel Buesa
A los pies de tu cama, como un perro,
se echó mi corazón.
Noche tras noche
gime calladamente su reproche
y sufre injustamente su destierro.
Allí está. Nada importa que lo aparte
tu pie pequeño y cruel.
Allí, en la sombra,
calla el grito de amor con que te nombra,
para no despertarte.
Noche tras noche, hasta que llega el día,
gime un reproche y sufre su destierro.
Tú no lo sabes, —nadie lo sabría.
Y a los pies de tu cama, como un perro,
mi corazón espera todavía.
José Ángel Buesa
A los pies de tu cama, como un perro,
se echó mi corazón.
Noche tras noche
gime calladamente su reproche
y sufre injustamente su destierro.
Allí está. Nada importa que lo aparte
tu pie pequeño y cruel.
Allí, en la sombra,
calla el grito de amor con que te nombra,
para no despertarte.
Noche tras noche, hasta que llega el día,
gime un reproche y sufre su destierro.
Tú no lo sabes, —nadie lo sabría.
Y a los pies de tu cama, como un perro,
mi corazón espera todavía.
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CANCIÓN NOCTURNA,
José Ángel Buesa
23 octubre 2011
SONETO XX
Francisco de la Torre. Siglo XVI
¡Cuántas veces te me has engalanado,
clara y amiga Noche! ¡Cuántas, llena
de escuridad y espanto, la serena
mansedumbre del cielo me has turbado!
Estrellas hay que saben mi cuidado,
y que se han regalado con mi pena;
que entre tanta beldad, la más ajena
de amor, tiene su pecho enamorado.
Ellas saben amar, y saben ellas
que he contado su mal llorando el mío,
envuelto en los dobleces de tu manto.
Tú, con mil ojos, Noche, mis querellas
oye, y esconde; pues mi amargo llanto
es fruto inútil que al amor envío.
Francisco de la Torre. Siglo XVI
¡Cuántas veces te me has engalanado,
clara y amiga Noche! ¡Cuántas, llena
de escuridad y espanto, la serena
mansedumbre del cielo me has turbado!
Estrellas hay que saben mi cuidado,
y que se han regalado con mi pena;
que entre tanta beldad, la más ajena
de amor, tiene su pecho enamorado.
Ellas saben amar, y saben ellas
que he contado su mal llorando el mío,
envuelto en los dobleces de tu manto.
Tú, con mil ojos, Noche, mis querellas
oye, y esconde; pues mi amargo llanto
es fruto inútil que al amor envío.
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Francisco de la Torre,
SONETO XX
22 octubre 2011
XI
En extrema pasión vivía contento
por vos, señora, y cuando más sentía,
sólo un mirarme o veros, deshacía
o, al menos, aliviaba mi tormento.
Hora quisistes que de fundamento
cayese en tierra la esperanza mía
con declararme lo que no entendía,
de torpe, hasta aquí mi entendimiento.
De esto nació un desdén por cuya mano
en término muy corto se ha deshecho
la fábrica que Amor hizo en mil años.
Yo miro, ya seguro desde el llano,
el risco en que me vi y el paso estrecho,
quedando ya seguro de mis daños.
En extrema pasión vivía contento
por vos, señora, y cuando más sentía,
sólo un mirarme o veros, deshacía
o, al menos, aliviaba mi tormento.
Hora quisistes que de fundamento
cayese en tierra la esperanza mía
con declararme lo que no entendía,
de torpe, hasta aquí mi entendimiento.
De esto nació un desdén por cuya mano
en término muy corto se ha deshecho
la fábrica que Amor hizo en mil años.
Yo miro, ya seguro desde el llano,
el risco en que me vi y el paso estrecho,
quedando ya seguro de mis daños.
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Hernando de Acuña,
XI
21 octubre 2011
ODA XVI - CONTRA UN JUEZ AVARO
Fray Luis de León
Aunque en ricos montones
levantes el cautivo inútil oro;
y aunque tus posesiones
mejores con ajeno daño y lloro;
y aunque cruel tirano
oprimas la verdad, y tu avaricia,
vestida en nombre vano,
convierta en compra y venta la justicia;
aunque engañes los ojos
del mundo a quien adoras: no por tanto
no nacerán abrojos
agudos en tu alma; ni el espanto
no velará en tu lecho;
ni huirás la cúita y agonía,
el último despecho;
ni la esperanza buena en compañía
del gozo tus umbrales
penetrará jamás; ni la Meguera,
con llamas infernales,
con serpentino azote la alta y fiera
y diestra mano armada,
saldrá de tu aposento sola una hora;
y ni tendrás clavada
la rueda, aunque más puedas, voladora
del Tiempo hambriento y crudo,
que viene, con la muerte conjurado,
a dejarte desnudo
del oro y cuanto tienes más amado;
y quedarás sumido
en males no finibles y en olvido.
Fray Luis de León
Aunque en ricos montones
levantes el cautivo inútil oro;
y aunque tus posesiones
mejores con ajeno daño y lloro;
y aunque cruel tirano
oprimas la verdad, y tu avaricia,
vestida en nombre vano,
convierta en compra y venta la justicia;
aunque engañes los ojos
del mundo a quien adoras: no por tanto
no nacerán abrojos
agudos en tu alma; ni el espanto
no velará en tu lecho;
ni huirás la cúita y agonía,
el último despecho;
ni la esperanza buena en compañía
del gozo tus umbrales
penetrará jamás; ni la Meguera,
con llamas infernales,
con serpentino azote la alta y fiera
y diestra mano armada,
saldrá de tu aposento sola una hora;
y ni tendrás clavada
la rueda, aunque más puedas, voladora
del Tiempo hambriento y crudo,
que viene, con la muerte conjurado,
a dejarte desnudo
del oro y cuanto tienes más amado;
y quedarás sumido
en males no finibles y en olvido.
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ODA XVI - CONTRA UN JUEZ AVARO
20 octubre 2011
CANCIÓN
Marqués de Santillana, 1440
Recuérdate de mi vida,
pues que viste
mi partir e despedida
ser tan triste.
[I]
Recuérdate que padesco
e padesçí
las penas que non meresco,
desque vi
la respuesta non devida
que me diste;
por lo qual mi despedida
fue tan triste.
[II]
Pero no cuydes, señora,
que por esto
te fue ni te sea agora
menos presto;
que de llaga non fingida
me feriste;
así que mi despedida
fue tan triste.
Marqués de Santillana, 1440
Recuérdate de mi vida,
pues que viste
mi partir e despedida
ser tan triste.
[I]
Recuérdate que padesco
e padesçí
las penas que non meresco,
desque vi
la respuesta non devida
que me diste;
por lo qual mi despedida
fue tan triste.
[II]
Pero no cuydes, señora,
que por esto
te fue ni te sea agora
menos presto;
que de llaga non fingida
me feriste;
así que mi despedida
fue tan triste.
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Marqués de Santillana
19 octubre 2011
CORDERITO
Gabriela Mistral
Corderito mío,
suavidad callada:
mi pecho es tu gruta
de musgo afelpada.
Carnecita blanca,
tajada de luna:
lo he olvidado todo
por hacerme cuna.
Me olvidé del mundo
y de mí no siento
más que el pecho vivo
con que te sustento.
Y sé de mí sólo
que en mí te recuestas.
Tu fiesta, hijo mío,
apagó las fiestas.
Gabriela Mistral
Corderito mío,
suavidad callada:
mi pecho es tu gruta
de musgo afelpada.
Carnecita blanca,
tajada de luna:
lo he olvidado todo
por hacerme cuna.
Me olvidé del mundo
y de mí no siento
más que el pecho vivo
con que te sustento.
Y sé de mí sólo
que en mí te recuestas.
Tu fiesta, hijo mío,
apagó las fiestas.
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CORDERITO,
Gabriela Mistral
18 octubre 2011
SIN RETORNO
Juan Luis Alba
Desde este universo quebrado
que a la pesadez de mi párpado
otorgó el transcurrir del tiempo,
preveo el final de mi existencia.
Observo en respetuoso silencio
todo lo que fue mi vida pasada
ese deambular, sombras pardas,
interminable carrusel grotesco
girante a lomos de las horas,
montando en minutos efímeros
y galopando sobre los segundos.
Esa vida que ya solo es sueño
perdido en los abismos oscuros
de esta mi soledad perpetua,
y hoy aún admiro ensimismado
los dorados rasgos de mi amada
difuminados entre las brumas.
¿Qué cantos de sirenas mudas
recorrieron los ocultos rincones
de este mi corazón desnudo
haciéndome vibrar y estremecer
hasta la última de mis fibras?
Fue sueño de amor, fue locura,
quizás una pasión desmedida,
en esencia , fuese lo que fuese,
de esa su naturaleza fenecida
quedó constancia en mi mente
y raíces profundas en el alma.
Vida, que por vivir,
mueres.
Amor que por amar,
matas.
Sueño que por soñar,
duermes.
Horas que herís cual estilete,
minutos idos sin ser sentidos,
segundos que nunca fueron,
devolved, liado en paño negro
bordado en flores de nácar,
hilo de plata y cadena de oro,
el sentimiento latiente y puro
del que fue mi bien adorado.
Ya emprendí mi largo viaje,
solo con equipaje de alma,
tan solo ida, no hay retorno.
No estoy en sitio visible,
en ninguna parte imaginable,
navego sin rumbo en la nada,
la brújula se torno enemiga
igual que antes hizo el tiempo,
giro entre la rosa de los vientos
como una mariposa herida,
y por esto que premio espero
de yacer bajo la lápida fría.
Juan Luis Alba
Desde este universo quebrado
que a la pesadez de mi párpado
otorgó el transcurrir del tiempo,
preveo el final de mi existencia.
Observo en respetuoso silencio
todo lo que fue mi vida pasada
ese deambular, sombras pardas,
interminable carrusel grotesco
girante a lomos de las horas,
montando en minutos efímeros
y galopando sobre los segundos.
Esa vida que ya solo es sueño
perdido en los abismos oscuros
de esta mi soledad perpetua,
y hoy aún admiro ensimismado
los dorados rasgos de mi amada
difuminados entre las brumas.
¿Qué cantos de sirenas mudas
recorrieron los ocultos rincones
de este mi corazón desnudo
haciéndome vibrar y estremecer
hasta la última de mis fibras?
Fue sueño de amor, fue locura,
quizás una pasión desmedida,
en esencia , fuese lo que fuese,
de esa su naturaleza fenecida
quedó constancia en mi mente
y raíces profundas en el alma.
Vida, que por vivir,
mueres.
Amor que por amar,
matas.
Sueño que por soñar,
duermes.
Horas que herís cual estilete,
minutos idos sin ser sentidos,
segundos que nunca fueron,
devolved, liado en paño negro
bordado en flores de nácar,
hilo de plata y cadena de oro,
el sentimiento latiente y puro
del que fue mi bien adorado.
Ya emprendí mi largo viaje,
solo con equipaje de alma,
tan solo ida, no hay retorno.
No estoy en sitio visible,
en ninguna parte imaginable,
navego sin rumbo en la nada,
la brújula se torno enemiga
igual que antes hizo el tiempo,
giro entre la rosa de los vientos
como una mariposa herida,
y por esto que premio espero
de yacer bajo la lápida fría.
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Juan Luis Alba,
SIN RETORNO
17 octubre 2011
EL AMOR
Juan Felipe Acosta Sánchez
El amor es una fruta, espesa en su jugo,
El amor es una sonrisa, una caricia,
El amor es el silencio del crepúsculo,
El amor es el rostro de un ángel,
Mi huella en la tuya,
Tu boca rota, maltratada por los vientos que te roban,
El amor es una mirada ciega,
Es un árbol seco y muerto, es la primavera,
Eres tú y soy yo, el chocolate.
El amor es un suspiro, casi una bocanada.
El amor es tu beso en la nada, y una estructura de almíbar.
Un castillo de cartas, la verdad y la mentira.
El amor es una suerte de gracias, la cama húmeda, y el aire salitre.
El amor es el cuerpo fresco cómo la hierba, tu novedad, mi morada.
El amor es la lágrima qué en los ríos se agranda,
Y tu risa, sonora, sonora cómo mi corazón que palpita.
Juan Felipe Acosta Sánchez
El amor es una fruta, espesa en su jugo,
El amor es una sonrisa, una caricia,
El amor es el silencio del crepúsculo,
El amor es el rostro de un ángel,
Mi huella en la tuya,
Tu boca rota, maltratada por los vientos que te roban,
El amor es una mirada ciega,
Es un árbol seco y muerto, es la primavera,
Eres tú y soy yo, el chocolate.
El amor es un suspiro, casi una bocanada.
El amor es tu beso en la nada, y una estructura de almíbar.
Un castillo de cartas, la verdad y la mentira.
El amor es una suerte de gracias, la cama húmeda, y el aire salitre.
El amor es el cuerpo fresco cómo la hierba, tu novedad, mi morada.
El amor es la lágrima qué en los ríos se agranda,
Y tu risa, sonora, sonora cómo mi corazón que palpita.
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EL AMOR,
Juan Felipe Acosta Sánchez
16 octubre 2011
DIGO A JUANA KOSLAY
Antonio Esteban Agüero
Capitanes vinieron del poniente
por horizontes de nevada piedra
más allá del Arauco hasta las rucas
donde los Huarpes aguzaban flechas,
o machacaban maíz en la conanas,
o pintaban sus ánforas de greda;
capitanes de yelmo y armadura
sobre caballos con la crin espesa,
que asentaban sus cascos españoles
en este suelo por la vez primera;
masculinos y duros,
con la espada sobre los muslos,
y en la faz severa cicatrices de herida o de malaria
y la fatiga de un millar de leguas.
Recorrieron llanuras donde el jume
les prestaba su luz en las hogueras,
y arenales de luna, y salitrales
donde la Vida se tomaba yerma,
y vadearon un Río en cuyas agua
sera la sed una amargura nueva.
Y una tarde los duros Capitanes,
consumidos de páramo y espera,
hacia el Este del sol y la calandria
vieron de pronto levantarse sierras.
"Aquí será" - dijo una voz de mando -
porque el aire es azul, el agua buena,
y la montaña nos ofrece amparo
si el indio quiere provocarnos guerra".
Y al sentir esa voz descabalgaron,
y tres veces ondearon las banderas.
El Capitán entonces con la espada
trazó en el aire una ciudad aérea,
dibujando la plaza y el ejido,
acá el cabildo, más allá la iglesia,
el fortín al llegar a las colinas,
allá los ranchos de la soldadesca.
Y al mirar una fuga de venados,
con ese nombre bautizó a las Sierras
y a la ausente Ciudad que dibujaba
con el acero de su espada nueva.
Y después silenciosos Michilinguescon su Jefe,
Koslay, a la cabeza,
les trajeron la paz en el saludo
y las cosas y frutos de la tierra;
Y entretanto Koslay permanecía
rodeado por arqueros y doncellas,
la hija suya, una hija que tenía
suave los ojos y la cara fresca
y nocturnos cabellos que apretaba
una vincha de plumas como seda,
miraba sonriente y en los ojos
nido le hacia a la mirada tierna
de un soldado español en cuyo pecho
amor ardía en olorosa hoguera;
Gómez Isleño se llamaba, aquí
digo su nombre para que la tierra
no lo olvide jamás porque el soldado
se desposó con la muchacha aquella
y fundó la progenie cuya sangre
da a nuestra gente claridad morena.
Juana Koslay, Juana Koslay, ¡Oh, Madre!
Virgen dulce de Cuyo, Flor de América,
reverente me inclino y te saludo
porque tú fuiste la semilla nuestra
y nos diste color americano
centurias antes que la patria fuera.
Juana Koslay, Juana Koslay, ¡Oh, Madre!
nada guarda tu nombre, ni siquiera
plaza civil, o silenciosa calle,
o troquel de medalla o de moneda,
o fuente comunal o flor de bronce
en San Luis del Venado y de las Sierras.
Pero yo, tu hijo, tu memoria canto,
y hago del verso corazón de piedra
Juana Koslay, Juana Koslay, ¡Oh, Madre!
para que nunca en los puntanos muera.
Antonio Esteban Agüero
Capitanes vinieron del poniente
por horizontes de nevada piedra
más allá del Arauco hasta las rucas
donde los Huarpes aguzaban flechas,
o machacaban maíz en la conanas,
o pintaban sus ánforas de greda;
capitanes de yelmo y armadura
sobre caballos con la crin espesa,
que asentaban sus cascos españoles
en este suelo por la vez primera;
masculinos y duros,
con la espada sobre los muslos,
y en la faz severa cicatrices de herida o de malaria
y la fatiga de un millar de leguas.
Recorrieron llanuras donde el jume
les prestaba su luz en las hogueras,
y arenales de luna, y salitrales
donde la Vida se tomaba yerma,
y vadearon un Río en cuyas agua
sera la sed una amargura nueva.
Y una tarde los duros Capitanes,
consumidos de páramo y espera,
hacia el Este del sol y la calandria
vieron de pronto levantarse sierras.
"Aquí será" - dijo una voz de mando -
porque el aire es azul, el agua buena,
y la montaña nos ofrece amparo
si el indio quiere provocarnos guerra".
Y al sentir esa voz descabalgaron,
y tres veces ondearon las banderas.
El Capitán entonces con la espada
trazó en el aire una ciudad aérea,
dibujando la plaza y el ejido,
acá el cabildo, más allá la iglesia,
el fortín al llegar a las colinas,
allá los ranchos de la soldadesca.
Y al mirar una fuga de venados,
con ese nombre bautizó a las Sierras
y a la ausente Ciudad que dibujaba
con el acero de su espada nueva.
Y después silenciosos Michilinguescon su Jefe,
Koslay, a la cabeza,
les trajeron la paz en el saludo
y las cosas y frutos de la tierra;
Y entretanto Koslay permanecía
rodeado por arqueros y doncellas,
la hija suya, una hija que tenía
suave los ojos y la cara fresca
y nocturnos cabellos que apretaba
una vincha de plumas como seda,
miraba sonriente y en los ojos
nido le hacia a la mirada tierna
de un soldado español en cuyo pecho
amor ardía en olorosa hoguera;
Gómez Isleño se llamaba, aquí
digo su nombre para que la tierra
no lo olvide jamás porque el soldado
se desposó con la muchacha aquella
y fundó la progenie cuya sangre
da a nuestra gente claridad morena.
Juana Koslay, Juana Koslay, ¡Oh, Madre!
Virgen dulce de Cuyo, Flor de América,
reverente me inclino y te saludo
porque tú fuiste la semilla nuestra
y nos diste color americano
centurias antes que la patria fuera.
Juana Koslay, Juana Koslay, ¡Oh, Madre!
nada guarda tu nombre, ni siquiera
plaza civil, o silenciosa calle,
o troquel de medalla o de moneda,
o fuente comunal o flor de bronce
en San Luis del Venado y de las Sierras.
Pero yo, tu hijo, tu memoria canto,
y hago del verso corazón de piedra
Juana Koslay, Juana Koslay, ¡Oh, Madre!
para que nunca en los puntanos muera.
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DIGO A JUANA KOSLAY
15 octubre 2011
A LA MUERTE
Marilina Rébora
I
Muerte,
fatal término, ausencia por siempre.
Sólo el campo yermo que nos recibe,
de su tierra, nuevo abono.
Nunca más la fragancia de la brizna de hierba
ni el arder de encendidos leños;
tampoco la fina llovizna de la ola rompiente
en el rostro de frescura ávido.
II
«Era nuestra madre», dirán después los hijos
con ternura en los ojos.
El dolor de la ausencia, olvidados objetos
mañana joyas auténticas.
«Ella decía...», repetirán las frases
antes molestas
a causa de desgano
o ansias de silencio
o sueños de libertad.
Sílabas musicales enhebrarán palabras en recuerdos imperiosos,
desesperación de volver a vivir en el tiempo...
Tarda respuesta a un canto de amor.
«¿Recuerdas aquel gesto?
»¿Y su sonrisa triste?
»¿Y su pensamiento fijo en nosotros?
»¿Sus manos, suavidad de alas rozando nuestros rostros?
»¿El paso quedo junto a nuestro lecho en la alta noche
y el murmullo de plegaria para encomendarnos a Dios?»
III
Poco a poco el ausente
más lejos cada vez en el recuerdo
—que alguien siempre lo reemplaza—;
sus cosas van perdiendo la fragancia que de él se desprendía,
impregnándolas;
la manera de inclinarlas no es la misma
y en el tiempo
va cambiándoselas de sitio.
Cada día su nombre acude menos al labio.
Las lágrimas en manantial ya no brotan;
tan sólo de a una
que se enjuga furtiva.
Hasta que todas secan
agotada la fuente de dolor.
Un velo cubre entonces la imagen en la retina,
la maleza oculta la antes nítida figura en todo paisaje,
visten los ambientes colores de seres distintos
que distraen,
va el alma tras vivencias nuevas.
Y un día
se llora el olvido.
(Tú, Muerte tan temida,
sólo eres un pretexto:
el olvido es más cruel que tu guadaña.)
Marilina Rébora
I
Muerte,
fatal término, ausencia por siempre.
Sólo el campo yermo que nos recibe,
de su tierra, nuevo abono.
Nunca más la fragancia de la brizna de hierba
ni el arder de encendidos leños;
tampoco la fina llovizna de la ola rompiente
en el rostro de frescura ávido.
II
«Era nuestra madre», dirán después los hijos
con ternura en los ojos.
El dolor de la ausencia, olvidados objetos
mañana joyas auténticas.
«Ella decía...», repetirán las frases
antes molestas
a causa de desgano
o ansias de silencio
o sueños de libertad.
Sílabas musicales enhebrarán palabras en recuerdos imperiosos,
desesperación de volver a vivir en el tiempo...
Tarda respuesta a un canto de amor.
«¿Recuerdas aquel gesto?
»¿Y su sonrisa triste?
»¿Y su pensamiento fijo en nosotros?
»¿Sus manos, suavidad de alas rozando nuestros rostros?
»¿El paso quedo junto a nuestro lecho en la alta noche
y el murmullo de plegaria para encomendarnos a Dios?»
III
Poco a poco el ausente
más lejos cada vez en el recuerdo
—que alguien siempre lo reemplaza—;
sus cosas van perdiendo la fragancia que de él se desprendía,
impregnándolas;
la manera de inclinarlas no es la misma
y en el tiempo
va cambiándoselas de sitio.
Cada día su nombre acude menos al labio.
Las lágrimas en manantial ya no brotan;
tan sólo de a una
que se enjuga furtiva.
Hasta que todas secan
agotada la fuente de dolor.
Un velo cubre entonces la imagen en la retina,
la maleza oculta la antes nítida figura en todo paisaje,
visten los ambientes colores de seres distintos
que distraen,
va el alma tras vivencias nuevas.
Y un día
se llora el olvido.
(Tú, Muerte tan temida,
sólo eres un pretexto:
el olvido es más cruel que tu guadaña.)
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Marilina Rébora
14 octubre 2011
DEPART
Vicente Huidobro
La barca se alejaba
Sobre las olas cóncavas
De qué garganta sin plumas
brotaban las canciones
Una nube de humo y un pañuelo
Se batían al viento
Las flores del solsticio
Florecen al vacío
Y en vano hemos llorado
sin poder recogerlas
El último verso nunca será cantado
Levantando un niño al viento
Una mujer decía adiós desde la playa
TODAS LAS GOLONDRINAS SE ROMPIERON LAS ALAS
Vicente Huidobro
La barca se alejaba
Sobre las olas cóncavas
De qué garganta sin plumas
brotaban las canciones
Una nube de humo y un pañuelo
Se batían al viento
Las flores del solsticio
Florecen al vacío
Y en vano hemos llorado
sin poder recogerlas
El último verso nunca será cantado
Levantando un niño al viento
Una mujer decía adiós desde la playa
TODAS LAS GOLONDRINAS SE ROMPIERON LAS ALAS
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Vicente Huidobro
13 octubre 2011
MÍA
Rubén Darío
Mía: así te llamas.
¿Qué más harmonía?
Mía: luz del día;
mía: rosas, llamas.
¡Qué aroma derramas
en el alma mía
si sé que me amas!
¡Oh Mía! ¡Oh Mía!
Tu sexo fundiste
con mi sexo fuerte,
fundiendo dos bronces.
Yo triste, tú triste...
¿No has de ser entonces
mía hasta la muerte?
Rubén Darío
Mía: así te llamas.
¿Qué más harmonía?
Mía: luz del día;
mía: rosas, llamas.
¡Qué aroma derramas
en el alma mía
si sé que me amas!
¡Oh Mía! ¡Oh Mía!
Tu sexo fundiste
con mi sexo fuerte,
fundiendo dos bronces.
Yo triste, tú triste...
¿No has de ser entonces
mía hasta la muerte?
12 octubre 2011
Fallujah
Tito Alvarado
Con metales estridentes y bolas de fuego
vienen los infieles dioses de occidente,
imberbes nacidos ayer a la civilización
revestidos en dura piel de indiferencia,
nos acosan con iras y derrumbes.
Sus fuegos como rayos de mil soles
nos queman el aire y los pulmones.
Tocan casas, edificios, la sagrada mezquita y nosotros adentro.
Bajo el ruido de bombas cayendo como bombas cayendo.
Y nosotros, con las bombas, cayendo al oscuro fondo de la fosa.
Ruido, llamaradas, polvo, escombros,
sangre, ardores en la carne y lamentos.
Luego silencio de muerte.
Decorados de muerte.
Hedores de muerte.
Odios de muerte.
Silencio de eterna muerte.
Los dioses héroes bajo el peso de sus equipos
añorando el ocio del humo de un malboro
o la pelirrubia para sus fantasías de perro endemoniado,
En la cúpula, en los paraísos alfombrados,
los más dioses que ellos
repasan las cuentas alegres del negocio.
Nosotros aquí en este agujero sin nombre que es hoy Fallujah,
solo resistiendo.
Muerto voy cubierto de ruinas, viendo morir,
muerto estoy envuelto en fuego, humo y alarido, escuchando morir,
muerto soy acosado por la sangre derramada, sintiendo morir.
Ellos en su miserable vida de invasores
sin más razón que sus metales ardiendo,
refugiados en potentes máquinas voladoras,
como ángeles del infierno, nos queman con sus decretos,
acorazados en portentosos aceros rodantes,
como empresarios del mal, nos flagelan con sus odios,
guarnecidos bajo 30 kilos de utilería mortal,
como abanderados del progreso, nos entregan las llaves de la tierra arrasada.
Si resisto me matan, si no resisto me mueren.
Las casas en el suelo, los edificios en ruinas,
pestilencia, derrumbes, vidrios rotos,
cráteres donde estallaron las bombas,
panorama unicolor de la destrucción.
Estas son las razones de mi canto.
Tito Alvarado
Con metales estridentes y bolas de fuego
vienen los infieles dioses de occidente,
imberbes nacidos ayer a la civilización
revestidos en dura piel de indiferencia,
nos acosan con iras y derrumbes.
Sus fuegos como rayos de mil soles
nos queman el aire y los pulmones.
Tocan casas, edificios, la sagrada mezquita y nosotros adentro.
Bajo el ruido de bombas cayendo como bombas cayendo.
Y nosotros, con las bombas, cayendo al oscuro fondo de la fosa.
Ruido, llamaradas, polvo, escombros,
sangre, ardores en la carne y lamentos.
Luego silencio de muerte.
Decorados de muerte.
Hedores de muerte.
Odios de muerte.
Silencio de eterna muerte.
Los dioses héroes bajo el peso de sus equipos
añorando el ocio del humo de un malboro
o la pelirrubia para sus fantasías de perro endemoniado,
En la cúpula, en los paraísos alfombrados,
los más dioses que ellos
repasan las cuentas alegres del negocio.
Nosotros aquí en este agujero sin nombre que es hoy Fallujah,
solo resistiendo.
Muerto voy cubierto de ruinas, viendo morir,
muerto estoy envuelto en fuego, humo y alarido, escuchando morir,
muerto soy acosado por la sangre derramada, sintiendo morir.
Ellos en su miserable vida de invasores
sin más razón que sus metales ardiendo,
refugiados en potentes máquinas voladoras,
como ángeles del infierno, nos queman con sus decretos,
acorazados en portentosos aceros rodantes,
como empresarios del mal, nos flagelan con sus odios,
guarnecidos bajo 30 kilos de utilería mortal,
como abanderados del progreso, nos entregan las llaves de la tierra arrasada.
Si resisto me matan, si no resisto me mueren.
Las casas en el suelo, los edificios en ruinas,
pestilencia, derrumbes, vidrios rotos,
cráteres donde estallaron las bombas,
panorama unicolor de la destrucción.
Estas son las razones de mi canto.
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Tito Alvarado
11 octubre 2011
Como una vela sobre el mar
resume ese azulado afán que se levanta
hasta las estrellas futuras,
hecho escala de olas
por donde pies divinos descienden al abismo,
también tu forma misma,
ángel, demonio, sueño de un amor soñado,
resume en mí un afán que en otro tiempo levantaba
hasta las nubes sus olas melancólicas.
Sintiendo todavía los pulsos de ese afán,
yo, el más enamorado,
en las orillas del amor,
sin que una luz me vea
definitivamente muerto o vivo,
contemplo sus olas y quisiera anegarme,
deseando perdidamente
descender, como los ángeles aquellos por la escala de espuma,
hasta el fondo del mismo amor que ningún hombre ha visto.
Luis Cernuda
10 octubre 2011
SONETO PARA INVITAR A MARÍA A VOLVER DE SAN FRANCISCO DEL RÍO
José Coronel Urtecho
Si mi vida no es mía, sino tuya,
y tu vida no es tuya, sino mía,
Separados morimos cada día
Sin que esta larga muerte se concluya.
Hora es que el uno al otro restituya
Esa vida del otro que vivía,
Y tenga cada cual la que tenía
Otra vez en el otro como suya.
Mira pues, vida mía, que te espero
Y de esa espera vivo mientras muera
La muerte que, sin ti, contigo muero.
Ven, mi vida, a juntar vida con vida
Para que vuelva a ser la vida que era
Que la vida a la vida a la vida convida.
José Coronel Urtecho
Si mi vida no es mía, sino tuya,
y tu vida no es tuya, sino mía,
Separados morimos cada día
Sin que esta larga muerte se concluya.
Hora es que el uno al otro restituya
Esa vida del otro que vivía,
Y tenga cada cual la que tenía
Otra vez en el otro como suya.
Mira pues, vida mía, que te espero
Y de esa espera vivo mientras muera
La muerte que, sin ti, contigo muero.
Ven, mi vida, a juntar vida con vida
Para que vuelva a ser la vida que era
Que la vida a la vida a la vida convida.
09 octubre 2011
POST UMBRA
Julián del Casal
Cuando yo duerma, solo y olvidado,
Dentro de oscura fosa,
Por haber en tu lecho malgastado
Mi vida vigorosa;
Cuando en mi corazón, que tuyo ha sido,
Se muevan los gusanos
Lo mismo que en un tiempo se han movido
Los afectos humanos;
Cuando sienta filtrarse por mis huesos
Gotas de lluvia helada,
Y no me puedan reanimar tus besos
Ni tu ardiente mirada;
Una noche, cansada de estar sola
En tu alcoba elegante,
Saldrás, con tu belleza de española,
A buscar otro amante.
Al verte mis amigos licenciosos
Tan bella todavía,
Te aclamarán, con himnos estruendosos,
La diosa de la orgía.
Quizá alguno, ¡oh, bella pecadora!,
Mirando tus encantos,
Te repita, con voz arrulladora
Mis armoniosos cantos;
Aquellos en que yo celebré un día
Tus amores livianos,
Tu dulce voz, tu femenil falsía,
Tus ojos africanos.
Otro tal vez, dolido de mi suerte
Y con mortal pavura,
Recuerde que causaste tú mi muerte,
Mi muerte prematura.
Recordará mi vida siempre inquieta,
Mis ansias eternales,
Mis sueños imposibles de poeta,
Mis pasiones brutales.
Y, en nuevo amor tu corazón ardiendo,
Caerás en otros brazos,
Mientras se esté mi cuerpo deshaciendo
En hediondos pedazos.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pero yo, resignado a tu falsía,
Soportaré el martirio.
¿Quién pretende que dure más de un día
El aroma de un lirio?
Julián del Casal
Cuando yo duerma, solo y olvidado,
Dentro de oscura fosa,
Por haber en tu lecho malgastado
Mi vida vigorosa;
Cuando en mi corazón, que tuyo ha sido,
Se muevan los gusanos
Lo mismo que en un tiempo se han movido
Los afectos humanos;
Cuando sienta filtrarse por mis huesos
Gotas de lluvia helada,
Y no me puedan reanimar tus besos
Ni tu ardiente mirada;
Una noche, cansada de estar sola
En tu alcoba elegante,
Saldrás, con tu belleza de española,
A buscar otro amante.
Al verte mis amigos licenciosos
Tan bella todavía,
Te aclamarán, con himnos estruendosos,
La diosa de la orgía.
Quizá alguno, ¡oh, bella pecadora!,
Mirando tus encantos,
Te repita, con voz arrulladora
Mis armoniosos cantos;
Aquellos en que yo celebré un día
Tus amores livianos,
Tu dulce voz, tu femenil falsía,
Tus ojos africanos.
Otro tal vez, dolido de mi suerte
Y con mortal pavura,
Recuerde que causaste tú mi muerte,
Mi muerte prematura.
Recordará mi vida siempre inquieta,
Mis ansias eternales,
Mis sueños imposibles de poeta,
Mis pasiones brutales.
Y, en nuevo amor tu corazón ardiendo,
Caerás en otros brazos,
Mientras se esté mi cuerpo deshaciendo
En hediondos pedazos.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pero yo, resignado a tu falsía,
Soportaré el martirio.
¿Quién pretende que dure más de un día
El aroma de un lirio?
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POST UMBRA
08 octubre 2011
EL DIBUJO EN EL AGUA
Felipe Benítez Reyes
Bien sabes que estos años pasarán,
que todo acabará en literatura:
la imagen de las noches, la leyenda
de la triunfante juventud y las ciudades
vividas como cuerpos.
Que estos años
pasarán ya lo sabes, pues son tuyos
como una posesión de nieve y niebla,
como es del mar la bruma o es del aire
el color de la tarde fugitivo:
pertenencias de nadie y de la nada
surgidas, que hacia la nada van:
ni el mismo mar, ni el aire, ni esa bruma,
ni un crepúsculo igual verán tus ojos.
Un dibujo en el agua es la memoria,
y en sus ondas se expresa el cadáver del tiempo.
Tú harás ese dibujo.
Y de repente
tendrás la sombra muerta
del tiempo junto a ti.
Felipe Benítez Reyes
Bien sabes que estos años pasarán,
que todo acabará en literatura:
la imagen de las noches, la leyenda
de la triunfante juventud y las ciudades
vividas como cuerpos.
Que estos años
pasarán ya lo sabes, pues son tuyos
como una posesión de nieve y niebla,
como es del mar la bruma o es del aire
el color de la tarde fugitivo:
pertenencias de nadie y de la nada
surgidas, que hacia la nada van:
ni el mismo mar, ni el aire, ni esa bruma,
ni un crepúsculo igual verán tus ojos.
Un dibujo en el agua es la memoria,
y en sus ondas se expresa el cadáver del tiempo.
Tú harás ese dibujo.
Y de repente
tendrás la sombra muerta
del tiempo junto a ti.
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Felipe Benítez Reyes
07 octubre 2011
EN EL PRINCIPIO
Blas de Otero
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
Blas de Otero
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
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EN EL PRINCIPIO
06 octubre 2011
NEGRO SIN ZAPATOS
Manuel del Cabral
Hay en tus pies descalzos: graves amaneceres.
(Ya no podrán decir que es un siglo pequeño.)
El cielo se derrite rodando por tu espalda:
húmeda de trabajo, brillante de trabajo,
pero oscura de sueldo.
Yo no te vi dormido... Yo no te vi dormido...
aquellos pies descalzos
no te dejan dormir.
Tú ganas diez centavos, diez centavos por día.
Sin embargo,
tú los ganas tan limpios
tienes manos tan limpias,
que puede que tu casa sólo tenga.
Ropa sucia,
catre sucio,
carne sucia,
pero lavada la palabra: Hombre.
Manuel del Cabral
Hay en tus pies descalzos: graves amaneceres.
(Ya no podrán decir que es un siglo pequeño.)
El cielo se derrite rodando por tu espalda:
húmeda de trabajo, brillante de trabajo,
pero oscura de sueldo.
Yo no te vi dormido... Yo no te vi dormido...
aquellos pies descalzos
no te dejan dormir.
Tú ganas diez centavos, diez centavos por día.
Sin embargo,
tú los ganas tan limpios
tienes manos tan limpias,
que puede que tu casa sólo tenga.
Ropa sucia,
catre sucio,
carne sucia,
pero lavada la palabra: Hombre.
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NEGRO SIN ZAPATOS
05 octubre 2011
AMOR
Dámaso Alonso
¡Primavera feroz! Va mi ternura
por las más hondas venas derramada,
fresco hontanar, y furia desvelada,
que a extenuante pasmo se apresura.
¡Oh qué acezar, qué hervir, oh, qué premura
de hallar, en la colina clausurada,
la llaga roja de la cueva helada,
y su cura más dulce, en la locura!
¡Monstruo fugaz, espanto de mi vida,
rayo sin luz, oh tú, mi primavera,
mi alimaña feroz, mi arcángel fuerte!
¿Hacia qué hondón sombrío me convida,
desplegada y astral, tu cabellera?
¡Amor. amor, principio de la muerte!
Dámaso Alonso
¡Primavera feroz! Va mi ternura
por las más hondas venas derramada,
fresco hontanar, y furia desvelada,
que a extenuante pasmo se apresura.
¡Oh qué acezar, qué hervir, oh, qué premura
de hallar, en la colina clausurada,
la llaga roja de la cueva helada,
y su cura más dulce, en la locura!
¡Monstruo fugaz, espanto de mi vida,
rayo sin luz, oh tú, mi primavera,
mi alimaña feroz, mi arcángel fuerte!
¿Hacia qué hondón sombrío me convida,
desplegada y astral, tu cabellera?
¡Amor. amor, principio de la muerte!
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Dámaso Alonso
04 octubre 2011
LA HORA
Juana de Ibarbourou
Tómame ahora que aún es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.
Tómame ahora que aún es sombría
esta taciturna cabellera mía.
Ahora que tengo la carne olorosa
y los ojos limpios y la piel de rosa.
Ahora que calza mi planta ligera
la sandalia viva de la primavera.
Ahora que en mis labios repica la risa
como una campana sacudida aprisa.
Después..., ¡ah, yo sé
que ya nada de eso más tarde tendré!
Que entonces inútil será tu deseo,
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.
¡Tómame ahora que aún es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!
Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.
Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿no ves
que la enredadera crecerá ciprés?
Juana de Ibarbourou
Tómame ahora que aún es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.
Tómame ahora que aún es sombría
esta taciturna cabellera mía.
Ahora que tengo la carne olorosa
y los ojos limpios y la piel de rosa.
Ahora que calza mi planta ligera
la sandalia viva de la primavera.
Ahora que en mis labios repica la risa
como una campana sacudida aprisa.
Después..., ¡ah, yo sé
que ya nada de eso más tarde tendré!
Que entonces inútil será tu deseo,
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.
¡Tómame ahora que aún es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!
Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.
Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿no ves
que la enredadera crecerá ciprés?
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LA HORA
03 octubre 2011
GUATEMALA
Miguel Ángel Asturias
¡Patria de las perfectas luces, tuya
la ingenua, agraria y melodiosa fiesta,
campos que cubren hoy brazos de cruces!
¡Patria de los perfectos lagos, altos
espejos que tu mano acerca al cielo
para que vea Dios tantos estragos!
¡Patria de los perfectos montes, cauda
de verdes curvas imantando auroras,
hoy por cárcel te dan tus horizontes!
¡Patria de los perfectos días, horas
de pájaros, de flores, de silencio
que ahora, ¡oh dolor!, son agonías!
¡Patria de los perfectos cielos, dueña
de tardes de oro y noches de luceros,
alba y poniente que hoy visten tus duelos!
¡Patria de los perfectos valles, tienden
de volcán a volcán verdes hamacas
que escuchan hoy llorar casas y calles!
¡Patria de los perfectos frutos, pulpa
de paraíso en cáscara de luces,
agridulces ahora por tus lutos!
¡Patria del armadillo y la luciérnaga
del pavoazul y el pájaro esmeralda,
por la que llora sin cesar el grillo!
¡Patria del monaguillo de los monos,
el atel colilargo, los venados,
los tapires, el pájaro amarillo
y los cenzontles reales, fuego en plumas
del colibrí ligero, juego en voces
de la protesta de tus animales!
Loros de verde que a tu oído gritan
no ser del oro verde que ambicionan
los que la libertad, Patria, te quitan.
Guacamayas que son tu plusvalía
por el plumaje de oro, cielo y sangre,
proclamándote va su gritería...
¡Patria de las perfectas aves, libre
vive el quetzal y encarcelado muere,
la vida es libertad, Patria, lo sabes!
¡Patria de los perfectos mares, tuyos
de tu profundidad y ricas costas,
más salóbregos hoy por tus pesares!
¡Patria de las perfectas mieses, antes
que tuyas, júbilo del pueblo, gente
con la que ahora en el pesar te creces!
¡Patria de los perfectos goces, hechos
de sonido, color, sabor, aroma,
que ahora para quién no son atroces!
¡Patria de las perfectas mieles, llanto
salado hoy, llanto en copa de amargura,
no la apartes de mí, no me consueles!
¡Patria de las perfectas siembras, calzan
con hambre de maíz sus pies desnudos,
los que huyen hoy, tus machos y tus hembras!
Miguel Ángel Asturias
¡Patria de las perfectas luces, tuya
la ingenua, agraria y melodiosa fiesta,
campos que cubren hoy brazos de cruces!
¡Patria de los perfectos lagos, altos
espejos que tu mano acerca al cielo
para que vea Dios tantos estragos!
¡Patria de los perfectos montes, cauda
de verdes curvas imantando auroras,
hoy por cárcel te dan tus horizontes!
¡Patria de los perfectos días, horas
de pájaros, de flores, de silencio
que ahora, ¡oh dolor!, son agonías!
¡Patria de los perfectos cielos, dueña
de tardes de oro y noches de luceros,
alba y poniente que hoy visten tus duelos!
¡Patria de los perfectos valles, tienden
de volcán a volcán verdes hamacas
que escuchan hoy llorar casas y calles!
¡Patria de los perfectos frutos, pulpa
de paraíso en cáscara de luces,
agridulces ahora por tus lutos!
¡Patria del armadillo y la luciérnaga
del pavoazul y el pájaro esmeralda,
por la que llora sin cesar el grillo!
¡Patria del monaguillo de los monos,
el atel colilargo, los venados,
los tapires, el pájaro amarillo
y los cenzontles reales, fuego en plumas
del colibrí ligero, juego en voces
de la protesta de tus animales!
Loros de verde que a tu oído gritan
no ser del oro verde que ambicionan
los que la libertad, Patria, te quitan.
Guacamayas que son tu plusvalía
por el plumaje de oro, cielo y sangre,
proclamándote va su gritería...
¡Patria de las perfectas aves, libre
vive el quetzal y encarcelado muere,
la vida es libertad, Patria, lo sabes!
¡Patria de los perfectos mares, tuyos
de tu profundidad y ricas costas,
más salóbregos hoy por tus pesares!
¡Patria de las perfectas mieses, antes
que tuyas, júbilo del pueblo, gente
con la que ahora en el pesar te creces!
¡Patria de los perfectos goces, hechos
de sonido, color, sabor, aroma,
que ahora para quién no son atroces!
¡Patria de las perfectas mieles, llanto
salado hoy, llanto en copa de amargura,
no la apartes de mí, no me consueles!
¡Patria de las perfectas siembras, calzan
con hambre de maíz sus pies desnudos,
los que huyen hoy, tus machos y tus hembras!
Etiquetas:
GUATEMALA,
Miguel Ángel Asturias
02 octubre 2011
EL LEÓN Y EL RATÓN
Estaba un ratoncillo aprisionado
en las garras de un león; el desdichado
en la tal ratonera no fue preso
por ladrón de tocino ni de queso,
sino porque con otros molestaba
al león, que en su retiro descansaba.
Pide perdón, llorando su insolencia;
al oír implorar la real clemencia,
responde el rey en majestuoso tono
—no dijera más Tito—: «Te perdono».
Poco después cazando el león tropieza
en una red oculta en la maleza:
quiere salir, mas queda prisionero;
atronando la selva ruge fiero.
El libre ratoncillo, que lo siente,
corriendo llega: roe diligente
los nudos de la red de tal manera,
que al fin rompió los grillos de la fiera.
Conviene al poderoso
para los infelices ser piadoso;
tal vez se puede ver necesitado
del auxilio de aquel más desdichado.
Estaba un ratoncillo aprisionado
en las garras de un león; el desdichado
en la tal ratonera no fue preso
por ladrón de tocino ni de queso,
sino porque con otros molestaba
al león, que en su retiro descansaba.
Pide perdón, llorando su insolencia;
al oír implorar la real clemencia,
responde el rey en majestuoso tono
—no dijera más Tito—: «Te perdono».
Poco después cazando el león tropieza
en una red oculta en la maleza:
quiere salir, mas queda prisionero;
atronando la selva ruge fiero.
El libre ratoncillo, que lo siente,
corriendo llega: roe diligente
los nudos de la red de tal manera,
que al fin rompió los grillos de la fiera.
Conviene al poderoso
para los infelices ser piadoso;
tal vez se puede ver necesitado
del auxilio de aquel más desdichado.
Etiquetas:
EL LEÓN Y EL RATÓN,
Félix María de Samaniego
01 octubre 2011
¡AY MAMA!
Nicomedes Santa Cruz
¡Ay mama,
si tú me vieras...
Estoy perdido en Brasil
Entre cimbreantes palmeras!
Palmeras de talle largo,
Palmas mulatas
Endulzan mi paso amargo
Y alegran mis caminatas.
¡Ay mama,
si tú me vieras...!
Me muero al verlas venir,
Me mata verlas pasar.
No sé si debo reír
O llorar.
¡Ay mama...!
A la sombra de una palma
Quise librarme del sol,
Quise libarme del sol
Y me estoy quemando el alma...
Estoy perdido en Brasil
Entre cimbreantes palmeras.
¡Ay mama,
si tú me vieras,
si tú me vieras,
si tú me vieras...!
¡Ay mama!
Nicomedes Santa Cruz
¡Ay mama,
si tú me vieras...
Estoy perdido en Brasil
Entre cimbreantes palmeras!
Palmeras de talle largo,
Palmas mulatas
Endulzan mi paso amargo
Y alegran mis caminatas.
¡Ay mama,
si tú me vieras...!
Me muero al verlas venir,
Me mata verlas pasar.
No sé si debo reír
O llorar.
¡Ay mama...!
A la sombra de una palma
Quise librarme del sol,
Quise libarme del sol
Y me estoy quemando el alma...
Estoy perdido en Brasil
Entre cimbreantes palmeras.
¡Ay mama,
si tú me vieras,
si tú me vieras,
si tú me vieras...!
¡Ay mama!
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AY MAMA,
Nicomedes Santa Cruz
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