AQUELLOS DOMINGOS INVERNALES
Robert Hayden
Los domingos también mi padre se levantaba temprano
bajo el intenso frío se vestía
y con dolientes manos cuarteadas
por el trabajo de campo semanal,
las brazas hacía fulgurar. Y nadie nunca le agradeció.
Al despertarme oía las astillas chisporrotear
y cuando el cuarto estaba cálido, me llamaba.
Lentamanete me levantaba y vestía
percibiendo la crónica angustia de la casa,
con indiferencia le hablaba a quien
había expulsado el frío
y lustrado mis mejores zapatos.
¿Qué pude saber, qué pude conocer yo
del amor austero y trabajos solitarios?
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